1. Alta estabilidad térmica: los crisoles de alúmina destacan por mantener la integridad estructural a temperaturas elevadas, resistiendo calor hasta 1600 °C o más, según grados y formulaciones específicos.
2. Inercia química: resistentes a la mayoría de los ácidos, bases y disolventes, los crisoles de alúmina proporcionan un entorno no reactivo esencial para manipular sustancias reactivas y realizar reacciones químicas precisas.
3. Durabilidad mecánica: Con propiedades mecánicas superiores, incluida una alta dureza y resistencia a la abrasión, los crisoles de alúmina exhiben una notable resistencia al estrés físico, lo que garantiza longevidad y confiabilidad en las operaciones de laboratorio.
4. Calentamiento uniforme: Su excelente conductividad térmica promueve una distribución uniforme del calentamiento, esencial para obtener resultados experimentales consistentes y minimizar las diferencias de temperatura dentro del crisol.
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