1. Alta estabilidad térmica: los crisoles cerámicos de alúmina pueden soportar temperaturas de hasta 1800 °C, lo que permite experimentos y procesos a alta temperatura sin riesgo de fusión o degradación térmica.
2. Resistencia a la corrosión: La naturaleza inerte de la alúmina proporciona una excelente resistencia a la corrosión química, asegurando que los crisoles no se vean afectados por ácidos, álcalis y otras sustancias reactivas comúnmente utilizadas en los laboratorios.
3. Resistencia mecánica: La estructura robusta del crisol de cerámica de alúmina garantiza durabilidad y resistencia al estrés mecánico, reduciendo la probabilidad de agrietamiento o rotura durante la manipulación y el uso.
4. Pureza e inercia química: con un nivel de pureza normalmente superior al 99 %, los crisoles cerámicos de alúmina ofrecen un entorno libre de contaminantes, crucial para un análisis químico preciso y exacto.
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